miércoles, 14 de agosto de 2013

Del Sentido de Educar


Cierto día dediqué parte de mí ejercicio como maestra a “contemplar” a mis estudiantes y descubrí que la esencia por la cual se encuentran formados es la misma, son analíticos, creyentes naturales, amorosos por excelencia, hábiles al perdonar, ávidos de conocimiento, hipotéticos, reflexivos, grandes exploradores, inquietos e investigadores, los mejores lectores y  llenos de una singularidad  que los identifica y define.



De todas las características que visualicé llamó particularmente mi atención el ser"Singulares". Sí, esa esencia que los hace  únicos y que me permitió proyectarlos como los mejores comunicadores, artistas, músicos, militares, bailarinas, maestros, actores, científicos, ingenieros, arquitectos, escritores y pensadores. Puedo decirles que los percibí así, uno a uno y aunque son treinta no fue nada difícil. Al meditar en ello comprendí que son tan diferentes y al mismo tiempo, sentí tanto temor al pensar que esa  cualidad poco a poco  se pierde  en medio de otra que hábilmente trata de quitarle su valía, su distinción y me refiero a la temible “homogeneidad”.

 Concibo la educación como ese arte que conforma gran  parte de mi razón de existir. Para mí es un arte  porque a través de ella me doy,  expreso, comunico, siento y viajo inmersa en emociones. En varias oportunidades  cuando pienso en esa sagrada pasión solo puedo concluir que soy lo que hago y amo lo que soy. Creo que esa es la razón que me conduce a levantar mi voz  en esos momentos en  que con dolor noto como el academicismo abrumador, la rotulación excesiva, la evaluación homogénea, los programas académicos descontextualizados, la ausencia de las artes y  las prácticas deshumanizantes de un profesor  hacen que se vuelva difusa el verdadero sentido de la  pedagogía.

Que como maestros tengamos la sabiduría de un niño para poner alas y no mutilar, que seamos el medio para que con los años otras vidas encuentren razones y motivaciones, que seamos tan seguros de nuestro actuar que eso sea lo que esas vidas que llegan a nuestras manos  deseen emular  y que recordemos que es imposible educar con una pedagogía homogénea a niños y jóvenes singulares.

"Ser maestro es esa posiblidad que tenemos de ayudar a otros a cimentar las bases de su destino"

domingo, 28 de julio de 2013

El Poder de las Raíces

Codazzi, Montería, Villavicencio, Cartagena, Barranquilla, Santa Marta, Bucaramanga  y Carmen de Bolívar fueron los destinos turísticos de algunos  familiares y amigos  durante las últimas vacaciones. Las bondades de la tecnología me permitieron leerlos en la distancia  y advertir la felicidad que sentían al disfrutar de la magia que para cada uno de ellos desprenden estos  lugares. De igual manera, pude percibir cierta nostalgia  para quienes el recorrido  es un poco más extenso pero que en su corazón sienten la misma necesidad de  regresar a su tierra.

Hago mención de lo anterior, porque pienso que retornar a nuestro  pueblo o ciudad, es como percibir una fragancia que despierta las emociones y nos conduce a cruzar ese puente que une el pasado y el presente. En  esos lugares en que nacimos o fuimos acogidos por adopción,  vibra el poder de  nuestras  raíces y no se si te sucede igual que a mí, pero, al recorrerlos siento que cuentan mi  historia y he llegado a conmoverme al  pensar que con el paso del tiempo se convierten en fiel  testimonio de mi  pasado.

Si crees que estas palabras no son más que el resultado de una aparente nostalgia, te diré que si, y retomaré para admitirlo esta frase del compositor guajiro Rafael Manjarréz “El que nunca ha estado ausente no ha -sufrio- guayabo, hay cosas que hasta que no se viven no se saben”  y es que hay que vivirlo para comprender por qué mi tía Lira aprovecha cualquier oportunidad para hacer resonar en Bogotá las notas de un paseo que diceTierra de placeres, de luz, y  alegría, de lindas mujeres, Carmen tierra mía” y luego no hay nada más sublime que verla bailar con suma elegancia, cadencia y una mezcla de melancolía, orgullo y felicidad. Y no solo ella acude a mi pensamiento,  evoco también  a un valiente que en toda ocasión manifiesta aún en la tierra más lejana un profundo amor por su país al batir  con gran emoción los colores de  su bandera.

Diversas son las razones que conduce a una persona a salir de su  región o de su patria y paradójicamente al encontrarse lejos de ella, esos detalles que parecían comunes y escasos de importancia toman el carácter de valiosos cuando se les  extraña. La apariencia de una calle, el sabor de la comida, la compañía de ese amigo que anteriormente veías casi todos los días, las costumbres y reuniones familiares, los sonidos del amanecer y hasta  el olor de la tarde, parecen  tan necesarios para ti cuando ya no los tienes.

Para el Joe Arroyo (QEPD), el nombre de Barranquilla significa “La esperanza de la vida”, escuchar esa frase en su canción me llevó a cuestionarme en cuanto al significado que tiene para mí el nombre de mi terruño. Pero, antes de llegar a ella debo darme un paseo por el pueblo de los abue, El Carmen de Bolívar. Un mágico lugar en el  que para poder comprender  lo que  transmite solo tienes que tener en él tus raíces. Allá laten las fibras del amor de mis padres y bajo su sol caminaron y corrieron  sus frutos. Visitarlo es tener un encuentro con mi genealogía.

Ahora sí, puedo detenerme en la siguiente estación.  El grupo Bananas hace algunos años requirió estar privado de su libertad para contemplar la hermosura de su cielo. Yo requerí salir a escribir mi historia  para dotarla de un mayor significado. Llegar a ella para  mí significa andar sobre terreno seguro, y esta, no es una frase irónica producto de la ola de inseguridad que por estos días  la caracteriza. No, en mi tierra están sembrados  mis anhelos, mis ilusiones y florecerán mis sueños. Debido a esto,  es mi terreno seguro. Lo mejor de vivir lejos de su encanto es llegar y sentir que soy yo.   

Pasarme unos días en Quilla es despertar en mi casa, saludar a mi padre en las mañanas, escuchar Radio Tiempo, dejar que las horas sigan su curso y no  hacer nada, sentarme en la terraza con mis hermanas y deleitarme con las ocurrencias de mis sobrinos. Es admitir que aunque el tiempo pase las buenas amistades nunca se olvidan,  sentir el abrazo de las personas que me  quieren y enojarme frente a la falta de cuidado y de sentido ciudadano de aquellas que no valoran su progreso. Pasear por sus calles es  querer detener el tiempo y cerrar mis ojos en la setenta y dos con treinta y ocho con el fin de  sentir el susurro de una brisa que sabe a rio y a mar o  perderme en el eco de la sonrisa de  una compañía que me secunda para salir a tomar esas  provisiones que requiero para cuando vuelva a mi realidad.

Que maravilloso es saber que lo  sencillo se convierte en esencial y desear capturar para ti esos instantes que la vida te regala y que te servirán de sostén en esos días que están por venir donde quiera que te encuentres. Cuan significativo es mirarte dos mil seiscientos  metros más cerca de las estrellas en una ciudad que abrió sus puertas para recibirte,  donde te deleitas en medio de un paisaje hermoso y te preparas para un  futuro y  poder sonreír  al allegarte a los recuerdos que solo pueden grabar en tu corazón tu tierra y tu gente.  

“siento un palpitar de alegría en mi pecho, bellos sones de mi tierra llegan con el viento. Emociones van dulce es mi lamento y en tu luna currambera bailan mis recuerdos”  Cielo de Encanto-Grupo Bananas 

miércoles, 1 de mayo de 2013

Blog Red Internacional de Cuentacuentos: Convocatoria V Encuentro Iberoamericano de narrado...

Blog Red Internacional de Cuentacuentos: Convocatoria V Encuentro Iberoamericano de narrado...: IBERCARIBE 2013 Valledupar – Riohacha – Santa Marta Agosto 19 al 24 La Corporación Sociocultural EMCULTUR (Colombia), invita a nar...

26 a Feria Internacional del Libro de Bogotá


Hay quienes afirman que los libros pronto desaparecerán, que los prefieren digitales o en el peor de los casos que ya nadie lee. La fotografía que acompaña ésta nota, a mi parecer dice todo lo contrario. Fue tomada uno de esos días de la semana anterior, en los que las puertas de Corferias se abrieron para recibir a capitalinos y visitantes en la 26a Feria Internacional del Libro de Bogotá. 


Al visitarla, encontré las últimas ediciones de la revista "Nuevas Hojas de Lectura" de Fundalectura que tanto me contagiaron en mis inicios como maestra de amor por la literatura infantil, la colección completa de cuentos de Anthony Browne, los primeros cuentos que leí como animadora de lectura, un gran número de niños que hacían fila para tener un libro autografiado por el autor Celso Román y eventos muy atractivos organizados por las mejores editoriales. Es fascinante ver como en un sólo lugar puedes hallar gran parte de tus intereses.

Uno de los mejores momentos lo viví cuando caminé por el muelle de Puerto Colombia, sentí la magia de Bocas de Cenizas y reviví una noche de tamboras en la Plaza de la Paz, mientras mis ojos y memoria se deleitaron al observar el pabellón 18 en el cual se le rinde homenaje a mi Barranquilla, bajo el título honorífico " Capital Americana de la Cultura 2013", escuché a varias personas conversar sobre la riqueza cultural y patrimonial que se daba a conocer entre obras de Gabo, Cepeda y Obregón. En ese instante, el regionalismo que me caracteriza desde que vivo en ésta ciudad afloró al ensancharse mi corazón de orgullo Barranquillero.

Por otra parte, caminé sin prisa por más de cuatro horas, me despojé de esas prendas de vestir que tanto me pesan y a las cuales no me he podido acostumbrar. Disfruté de un sol maravilloso, vi como familias enteras se reunían en torno al calor de un libro y convertían cualquier espacio en un bosque encantado, castillo o casa en el árbol.

Cuando el cansancio apareció, me senté frente a una linda fuente para dejarme impactar por la gran cantidad de personas que compraban sus entradas para ingresar, por aquellos que se aglutinaron en la plazoleta de comidas y que hicieron que se prolongaran mis ansias de almuerzo y por la voz que anunciaba el lanzamiento del libro de Pirry. Ésta experiencia que me regalo cada año, no es más que un testimonio del lugar que ocupa el libro y la lectura en nuestra sociedad. 

lunes, 29 de abril de 2013

Decálogo del Cuentacuentos - Aprender a contar cuentos - Recursos Educat...


Visita de "La Rodante"


Como bien lo explican ellos, "La Rodante" es un grupo de animadores de lectura, cuenteros, músicos y algo más. También, es un proyecto de viaje. Bueno, es un grupo que proyectó un viaje, y que al empezar a caminar, entendió que es un proyecto de vida y que el viaje recién empieza.

Dedicaremos éste espacio a resaltar la labor de nuestros amigos Alejandro Bluhn y Elisabet Willems, más conocidos como Ale y Lisi. Ellos salieron hace un año y cinco meses de  la ciudad de Rosario (Santa Fe, Argentina). Sí,  la misma tierra del Che y de la pulga Messi. 


Ella, es una encantadora fotógrafa, docente, susurradora, artesana y cuentera nata. Él, músico, aprendiz de cuentero, docente, compositor, amante de las canciones y los juegos. Juntos han recorrido Argentina, Chile, Bolivia,  Perú y Ecuador. A su lado disfrutamos de los mejores espectáculos y canciones. Nos seguirá uniendo a ellos,  la pasión por la lectura, la escritura, la enseñanza, la música, los cuentos, los niños y el embrujo de las palabras. 

Hoy nos despedimos y sabemos que nos volveremos a reunir  para cantar, contar y andar otros caminos.

Pronto estarán en Venezuela y si te los encuentras algún día no dudes en acercarte para que puedas contagiarte de su magia como nosotros lo hicimos.


Un abrazo cuentero.



lunes, 18 de febrero de 2013

Del Pasatiempo a la Pasión

Existen pasatiempos que cuando los realizamos en  forma habitual, se convierte en algo más que una simple afición. Hoy les hablaré de ese entretenimiento que con el paso de los años  tomó el carácter de pasión en mi vida “La escritura”.



Ella, se convirtió  a través de expresiones sencillas en una gran amiga y  aunque escribo menos de lo que pienso, cuando lo hago mi mente se libera de la agonía que produce el paso de las horas, y  disfruto al recoger mi cabello, despojarme de los aretes y sentarme frente al ordenador a conversar  con esa voz que habita en mi interior y que  cuando la escucho se materializa en signos que al unirse cobran vida.

Hay instantes en los que escribo para mí y es  maravilloso abrir  el cofre de los recuerdos,  darle  prioridad al placer de sentir,  caer presa en la profundidad del silencio, en todo aquello que sólo se puede percibir, en las huellas que la existencia misma me ha dejado y en la sublime forma de las palabras que poco a poco se entretejen para formar un hermoso tapiz. En ocasiones, la escritura surge como la posibilidad de  hacer un  alto en la monotonía de los días y me dedico a observar el exterior, para guardar en mi pensamiento  imágenes que se combinan con esas palabras que reposan en algún lugar y ese sutil descubrimiento, me  permite  capturar los momentos cotidianos y enmarcar con  palabras cualquier  suceso que se presenta frente a mí.  También, escribo para preservar en líneas algunas de las experiencias que vivo en ese mundo que inventé y en el que viajo inmersa en las  emociones, y,  me refiero a esa  otra pasión “Mi vocación”. Cualquiera que sea el motivo por el que escriba,   cuando lo hago, logro  recrearme, perderme en otro universo y hallarme en el dulce sabor de escribir.

La escritura es para mí, un devenir de sensaciones. Me gusta tener encuentros con ella cuando  la soledad me cobija, la felicidad me envuelve o la nostalgia y la melancolía  me embargan. Podría decir que, la uso como medio catártico para deshacerme de ideas que circundan mi cabeza o como la forma perfecta para levantar mi voz y hacer un llamado frente a esos asuntos que hacen parte de nuestra realidad social.  Aunque, una de las formas en las que más logra cautivarme es cuando se me viste de pedagogía  y logra capturarme  en torno a esos temas de la educación que tanto me interesan y que tienen que ver con la manera cómo concibo la sagrada responsabilidad que tengo de ser maestra.

Siempre he dicho que uno de mis grandes anhelos es aprender a escribir y reconozco que requiero de una mayor disciplina para lograrlo. Pero, no hay nada que me cause mayor satisfacción que saber que puedo eliminar el cansancio, huir del sueño, sentirme dueña de la noche o de esos minutos del día en los que me escapo para regalarme la posibilidad de caminar  entre palabras acompañada de  frases que  evoco por alguna circunstancia y que me impiden concentrarme  en un  aspecto  hasta que por medio de un esfero, el teléfono celular, el primer lápiz, servilleta o cuaderno que encuentre puedo darle  forma.

Ser amiga de las letras y llevarme bien con la escritura me da la posibilidad de organizar esas ideas vagas que asaltan mi mente, de afinar mis sentidos,  eliminar  distancias, centrar la atención en aquellos detalles que bajo otro prisma podrían tener la connotación de secundarios y que dejan de ser volátiles cuando me doy a la tarea de apresarlos. Le agradezco a la escritura el hecho de ser uno de los medios para conservar mi capacidad de asombro y por ello, gran parte de los textos que escribo dejan entre ver esa devoción  que siento hacia la  familia, los amigos, la naturaleza y el amor.

Quienes me han leído, dicen que fácilmente podría dedicarme al periodismo y que es muy cómodo  para mí emplear la crónica como medio de expresión. Yo,  sólo puedo decir ante eso,  que me deleito al relatar en forma cronológica  un suceso y que no me es para nada difícil organizarlo de tal manera que pueda conducir a otra persona de la mano mientras se lo presento en forma escrita. Creo de manera ferviente,  que la escritura no puede existir sin la lectura, porque cuando escribo textos de tipo académico y la utilizo como experiencia previa tengo la capacidad de  argumentar con mayor fluidez. De igual manera, considero que en mi deseo de producir literatura,   una de mis limitantes ha sido el poder salirme de mí. Lo cual, puede obedecer a un  problema de escucha, de conexión con esa otra voz que tiene consigo el autor, y que le da la oportunidad de dar un soplo de vida a los  personajes que habitan en él.

Me gusta leerme en voz alta, una y otra vez. Puesto que, es así como bajo mi criterio, el ejercicio de la re-escritura alcanza un mayor valor y el producto final su esplendor. De la misma forma, me llena de alegría compartir lo que escribo y ver que los textos invitan a sus lectores (los miembros de mis redes sociales) a reaccionar frente a su lectura.   Deseo que ésta pasión, se consolide en mí como un gran talento. Para conseguirlo, sé que debo mostrarle lealtad y continuar otorgándole  un lugar privilegiado en mi vida, porque,  junto a ella me conozco, imagino, sueño y encuentro.  

martes, 12 de febrero de 2013

Mentores y de los Mejores


Esta tarde llega a mi mente Jechu, mientras colorea afanosamente un hermoso dinosaurio de naranja  al tiempo que yo trato de compartir con el grupo los sonidos /que- qui/ y lo evoco pensando en lo difícil que es tratar de centrarme  en un aspecto cuando en mi  mente hay una idea dando vueltas y siento  la necesidad de darle forma.

¿Cuándo empezó todo esto? Fue la pregunta que me hice hace algunos días mientras observaba uno que otro libro que me acompaña  desde mi época de estudiante universitario y los cuales han sobrevivido a todos los inventarios de mitad y final de año,  tiempo en el que me deshago  por tradición  de todo aquello que ya no me es de utilidad.
 Esa noche empecé a buscar entre mis recuerdos y me encontré con un grupo de personas que se encargaron de formarme desde muy niña para ser lo que soy “Una Maestra”. La primera de ellas, alguien a  quien siempre  admiré por  su hermosa caligrafía, su estilo “Palmer” al escribir, quien me enseñó la importancia del buen lenguaje, del uso de nuevas palabras, la adecuada pronunciación y los beneficios de la lectura y del diccionario. Al pensar en esos años,  puedo verla narrándome  historias, transmitiéndonos a mis hermanas y a mí ese amor que sentía por sus raíces, por ese pueblo que hasta el final de sus días  amó y extrañó. Ella,  rompía la distancia haciendo uso de telegramas, donde a través de frases cortas y sencillas nos deseaba lo mejor. Mayo, mi abuela y primera maestra  quien me heredó desde pequeña  sin que lo advirtiera  su pasión por las  letras. No fue necesario para mí tenerla en un aula ya que aprovechaba cualquier situación para enseñarme  por medio de ejemplos sencillos y cotidianos.

Pero alguien más llegó para dejar su huella en mi camino y fue el profesor de segundo de primaria, llamado  Freddy a quien recuerdo con un pantalón café, y una camisa a cuadros. De él me impactó su simpatía, la sonrisa con la que nos recibía y las historias que nos leía en voz alta. Qué maravilloso era verlo con el libro en la mano caminando por el salón o corrigiendo nuestros dictados y haciéndonos concursos de ortografía. De él, rescato lo ameno que puede ser un gran maestro sin llenar de terror. 

Pasa el tiempo y me encuentro con la academia y la memorización, rodeada de hombres en el taller de mecánica industrial, y en medio de todo esto él, mi querido profesor Meza el encargado de enseñarme la importancia del deporte, la disciplina y dedicación en el logro de los objetivos. Llegaba cada tarde en su bicicleta para ayudarnos a combatir con unos monstruos llamados “Romi” unos tornos que mantenía como nuevos y que mis compañeros y yo de su mano aprendimos a manejar.


Y, esos lentes que estoy viendo en estos momentos sólo pueden pertenecer a ella...Patricia, Masbel y Diannys también los recordarán;  son de la profesora Elena Meza,  la conocí  por cosas de la vida en el Sofía Camargo  y por  uno que otro profesor del ITIDA  que para este relato no clasificó. Ella “Elena  la grande”  con sus labios maquillados de rojo y su imponencia y seriedad al caminar. Muy pocas  sonrisas adornaban su rostro, pero la caracterizaba su amor hacia  la literatura. Si me la encontrara hoy le agradecería por exigirme exponer sin fichas o ayudas en la mano, por enseñarme a ordenar mis ideas, por ser la profesora sólo de literatura, por motivarme a expresar en público, por todos los ensayos, resúmenes y obras que nos hacía escribir. Con los años he aprendido que esa ha sido mi clave y que su instrucción  fue fundamental para ayudarme a desarrollar habilidades que creía no tener.

Continúo rebuscando en mis sentidos y  me tropiezo con alguien  que cuando tenía nueve años me llamó su amiga y a los diecisiete junto a su auto color plateado me regaló uno de los consejos que ha guiado mi vida. “En las difíciles pruebas, puedes tomar dos caminos: te dejas llevar por la tristeza y sucumbes frente al dolor, o triunfas y te elevas  a pesar de la aflicción…Yo sé que tú eres de esas personas que triunfarán en la vida Judith” Mi recordado Dr. Leonidas Oyaga y  médico familiar a quien conocí muy niña gracias a mi tía Hono, pienso en él y recuerdo el olor a almuerzo recién preparado de la clínica la Asunción. En cada cita tenía una frase, un obsequio de esos  que le dejaban los visitadores médicos y que pasaban a ser  de mi propiedad. Con su vestimenta impecable, sus manos pulcras y amor por la medicina mucho me transmitió. 

Partiendo de lo anterior, puedo decir que mi vida ha estado llena de maestros, aunque el mejor de todos lo tuve en casa, si,  allí vive mi mayor “Mentor”, él, mi padre, quien llegaba al hogar  con sus ojos llenos de lagrimas y nos contaba que uno de sus alumnos tenía los zapatos rotos y al pasar los días lo escuchaba decir   que lo había invitado a hacer uno que otro trabajo con él en su taller o a almorzar con nosotros. En repetidas ocasiones lo vi aconsejar a jóvenes que tenían  dificultades en sus hogares y que corrían el riesgo de perderse en medio de ellas. Hoy en día son grandes profesionales y creo que fue por la figura de mi papá en sus vidas como “maestro pastor” ya que  siempre estuvo allí, dándoles más que una clase. Él me enseñó que no puedo estar por debajo de lo que requiere mi vocación.  En la actualidad conversamos y aunque un sin número de generaciones han pasado por sus manos  aún mantiene  fervor por su profesión.

Pero no todo termina en este momento porque llega la universidad, la indecisión al elegir la profesión, iniciar estudios de Ingeniería   y después de tres semestres darme cuenta que por los Sistemas, Hardware y Software no sentía pasión.  Identificar mi vocación y elegir vivirla como la he vivido hasta hoy. Que día al conversar con una amiga le decía que  me siento en deuda con unas personas que me dieron a conocer lo que significa tener ética profesional y es lo que me producen mis admiradas maestras de pre-grado la primera de ellas me contagió de su amor por los cuentos, a ella le debo todo el dinero que he ganado en estos 12 años, sembró en mí el deseo por hacerme especial en un aspecto de mi profesión, con ella aprendí a tener una sonrisa, a que no me diera miedo cantarle a mis estudiantes, jugar con ellos, estar en el piso y sentir la magia y la energía que puedo compartirles a través de mi voz. Lina Brugés con /g/ no con /j/ Gracias, porque a través de ti los cuentos llegaron a mí. El día de la inauguración de mi centro de lectura  tú serás la invitada de honor. Liliana Castro y Judith Peña ambas grandes y maravillosas cada una en su hacer, yo seré como ustedes en las aulas de educación superior. Fueron quienes me invitaron a investigar, a sentir el disfrute de  los textos académicos, del análisis y la redacción. Ustedes  fueron mis mentoras cuando apenas empezaba a conocer los vestigios de este mundo que me inventé.

Sumado a todos ellos, un maestro que conocí en el 2007 y desde entonces  a través de la palabra y la pasión que demuestra por la educación es un gran ejemplo a seguir Fernando Vásquez Rodríguez, con su didáctica de la literatura me enamoró en ese taller que dictó en cuatro sesiones en Comfamiliar de la 44 en Barranquilla. Aunque no me conoce,  fue el encargado de ampliar mi visión, me contagió de gusto e interés por la lectura y la escritura. Hoy por hoy leo  su blog y me invita por medio de sus escritos a  transmitir y  contagiar de la buena educación. Junto a él mis dos admirados maestros de la especialización Gilberto Rodríguez, el de la mirada dulce y sonrisa de niño, el que lee en voz alta y  nos lleva a conocer otros mundos, el que me dijo que escriba y  yo le respondí que cuando lo aprendiera a hacer. El profe Gilberto,  él   me enseñó a capturar momentos y a leer la vida. Por último mi gran modelo,  desde que la vida me regaló  la bendición de conocerla, pienso en ella y quiero emularla cuando sea grande. La  maestra que desborda pasión, ética, amor, convicción y deleite por el arte de enseñar. Ella es una de mis artistas favoritas la profesora Gloria Rondón, quien  se ha convertido en una de  mis mentoras  gracias a su práctica en el aula, su ejemplo me ha permitido  planear la ruta que seguiré de aquí en adelante, ella  me reconfiguró la didáctica.

Por último el gran Mentor de todos mi amado Dios, el que guía mis días y me hizo así como soy. Él me reveló una mañana estando con mi mami aquí en Bogotá que podía ser maestra, él me tomó de su mano y me dijo “Éste es el camino”.  Todos ellos me llevan a sentir un profundo agradecimiento por la huella que han dejado en mí. Hoy los encontré mientras tenía un  buen número de tareas por realizar y no me lograba concentrar porque como Jechu  éste dinosaurio estaba  dando vueltas en mi cabeza, fue especial hacer un  alto en mi rutina y darme el  gusto de dejarme llevar por la magia de la escritura. Esa misma que une el pasado y el presente y aunque no hallé respuesta a mi pregunta si sé que todo esto pudo haber empezado al conocer personas que hoy llamo “Mentores” y que como yo sienten pasión por las aulas y la educación.

miércoles, 23 de enero de 2013

El Docente Mediador en el Proceso de Lectura


La misión del maestro en cualquier nivel de educación,  es crear ambientes  significativos que lleven al estudiante a construir su conocimiento.  “El desarrollo es un proceso socialmente andamiado, mediado, asistido y guiado en el que, en consecuencia, el papel de la educación   y de los procesos educativos  es crucial” (Vygotski, 1978). El ser humano en su proceso de formación se desarrolla en cada una de sus etapas gracias a la ayuda que le brindan las personas que se encuentran a su alrededor, desde su nacimiento interactúa en un mundo que le proporciona las herramientas necesarias para su aprendizaje. Parafraseando a Vygotsky podría decirse que en el desarrollo cultural del niño toda función aparece dos veces inicialmente en forma social para luego dar paso al aprendizaje de tipo individual.

 El aprendizaje de la lectura  es uno de los alcances más significativos del ser humano. Es por ello que el contexto juega un papel determinante en la adquisición de las habilidades lectoras  determinando en cierta medida el tipo de acercamiento y experiencia que vivan los estudiantes en sus diferentes etapas de desarrollo con los textos. La literatura en esta medida pasa a ser el elemento a través del cual se propician este tipo de experiencias. 

Es claro que a todas las personas les gusta que les cuenten historias. Si observamos en forma detallada a los niños, nos damos cuenta que aún cuando no se han apropiado del código escrito y no han logrado decodificar los signos gráficos, expresan su necesidad por conocer qué dice el texto o qué historia se cuenta en él. En edades más avanzadas, en el momento en que el niño comienza a perder interés por la lectura, es cuando surge la necesidad de reflexionar en torno a la  importancia del docente como mediador, debido a que es él quien tiene la misión de enriquecer la historia lectora de cada uno de sus estudiantes y  de formarlos como lectores críticos.

En los últimos años el papel del docente mediador ha cobrado gran importancia en la formación de hábitos y habilidades lectoras. Con respecto a lo que es ser maestro mediador en procesos lectores retomaré a Pedro  Cerrillo, quien dedica gran parte de sus investigaciones a definir lo que implica ser mediador “El mediador es el puente o enlace entre los libros y esos primeros lectores que propicia y facilita el diálogo entre ambos” (Cerrillo, 2002).

Esta mediación es de gran importancia ya que son los adultos los encargados de acercar a los niños y jóvenes a la literatura y a “recurrir a su experiencia para interpretar los sucesos narrados, de modo que se fomenta la tendencia a imaginar historias y a buscar significados […] un niño tiene el doble de posibilidades de ser lector si ha vivido esa experiencia” (Colomer, 2002)

Frente a la figura del maestro como mediador  (Colomer, 2004) comprende la mediación como “la intervención” que realiza un adulto para acercar a los lectores a los textos con el propósito de conseguir una comunidad altamente alfabetizada. Este adulto ha de estar lo suficientemente preparado para que dicha intervención sea exitosa. Para esta autora, la misión del docente radica en acercar el texto al estudiante de una manera agradable, dejando de lado los formalismos de la lengua y propiciando momentos en los que la lectura sea un espacio de  disfrute para el estudiante y que posibilite encuentros en los que se pueda entablar una conversación formal en el aula de clases.


El Valor de la Poesía en el Aula



Por: Judith Castillo M.

La literatura lleva impresa en sí misma  un alto valor social,  ha sido así desde la etapa clásica y lo seguirá siendo a menos que la imaginación deje de existir y que el hombre inmerso en los afanes y en la nueva cosmovisión se deshaga de  ese medio que lo acerca a lo inimaginable y por el  que crea y habita nuevos mundos. A través de las vivencias, las letras se convierten en  “un testimonio irremplazable de la variedad de experiencias propias del ser humano” (Rodríguez, 2008).

Partiendo del contexto anterior, se puede decir que son múltiples las manifestaciones literarias y por lo tanto,  se han dedicado innumerables estudios con el objetivo de  clasificar las diferentes obras partiendo de sus características específicas con el fin de abordar en una forma amplia el aporte que realizan y las cualidades que las distinguen.

Es de esta manera, que surgen los géneros literarios[1], los cuales tienen sus inicios en la etapa clásica  cuando  Aristóteles retoma los aportes realizados por Platón y establece tres parámetros por medio de los cuales se pueden clasificar las obras literarias.  Los medios de imitación: ritmo (poesía), canto (drama) y verso (epopeya), los objetos que imitan: el hombre superior (tragedia y epopeya), el hombre inferior (parodia, ditirambo y comedia), los modos de imitación: narrativo (epopeya, parodia), dramático (tragedia, comedia) y lírico (poesía) (Aristóteles, 1946). Para el autor, los géneros se distinguen según el modo de imitación; que se deriva a su vez de quién es la persona que habla.

Hoy centraré mi atención  en uno de los géneros esbozados en la poética que hace uso de un lenguaje expresivo, caracterizado por su ritmo y musicalidad, un  escrito  que se usaba antiguamente para ser cantado y se distinguía de los otros géneros porque expresaba los  pensamientos más sublimes, los sentimientos y las emociones  escondidas de su creador. “La Poesía" En ella, la imitación se caracteriza por  la dicción y la armonía, es el canto que en la antigüedad se acompañaba con la flauta, la cítara o la lira y que aún en esta época  afina la sensibilidad. pensar en ella y en su valor, me lleva a reflexionar   en cuanto a la imperiosa necesidad de hacer uso del poema en las aulas de clases “como un medio para embellecer la realidad” (Aristóteles, 1946) que propiciaría el acercamiento  de los  estudiantes a la literatura desde el punto de vista estético, formando jóvenes “más sutiles, menos obvios, más profundos, más aptos para descubrir otros sabores y otros olores; otros mundos” (Rodríguez, 2008)

En la actualidad el uso de la poesía  se ve limitado  por las actividades expuestas en el texto del área de lengua castellana, el mensaje escrito en las tarjetas elaboradas para las celebraciones especiales como lo son: día de la madre,  maestro y de la mujer. También podemos encontrarlos en las recitaciones  memorizadas por los estudiantes para las izadas de bandera,  desvinculándose de manera directa con la lectura diaria, las producciones escritas significativas,  las acciones del plan lector o con el mero goce del deleite que se experimenta al leerlos debido al  valor del ritmo y  la musicalidad  de sus palabras.

Uno de los objetivos de  la educación es formar jóvenes integralmente procionándoles los estímulos necesarios con el fin de desarrollar sus habilidades  en cada una de las dimensiones del ser. La imaginación y la creatividad a su vez hacen parte activa de éste propósito y se articulan con la misión del maestro y de la escuela de propiciar ambientes donde los estudiantes experimenten, creen y se deleiten en el uso de la palabra “La mente es una. El uso libre de todas las posibilidades de la lengua no representa más que una de las direcciones en que puede expandirse” (Rodari, 2008).

La lectura y producción escrita de poesías como parte de la dinámica de la clase, más que la solitaria memorización, apuntará a alcanzar el  objetivo planteado anteriormente ya que  permite o posibilita en el estudiante figurar su pensamiento (Rodríguez, 2008), volviéndolo metafórico y  con matices que le permitirán  al infante observar todo aquello que antes  pasaba por desapercibido ante su visión y facilitándole la capacidad de establecer semejanzas y diferencias al hacer uso de las analogías como una forma de descubrimiento yy posibilitando en él  una  manera particular de mirar la realidad.

La poesía es una forma literaria que en los ambientes educativos del  país demanda ser valorada ya que  desde que nacen los infantes se encuentran en contacto con ella, escuchan poemas  y  canciones hechos por sus madres, memorizan rimas y  completan palabras teniendo de esta manera  sus primeros acercamientos a  este género tan exquisito. Dejarlo  en el olvido  es permitir que la sensibilidad de un paso atrás y se pierda  el sentido estético de la literatura en la infancia.

 Bibliografía
Aristóteles. (Agosto de 1946). De Poética Aristóteles. Londres: Clasical Texts.
Rodari, G. (2008). Gramática de la Fantasía: Introducción al Arte de Inventar Historias. Buenos Aires: Nuevos Caminos.
Rodríguez, F. V. (2008). Defensa de la Enseñanza de la Literatura. Didáctica de la Literatura (pág. 23). Barranquilla: Norma.
Valero, A. L. (1998). Hacia una Conformación Histórica de la Didáctica, la Lengua y la Literatura. Madrid: Colección Universidad Complutense.








[1]Aristóteles en su obra “La  Poética”,  los define como  las unidades poéticas de imitación que actúan como puentes entre la realidad y la ficción literaria.


viernes, 18 de enero de 2013

Punto de Vista

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Hoy me atrapó la realidad al cruzar un puente, si, mientras mis ojos contemplaban sobre la avenida séptima una de las mejores vistas de éste lugar. Entre el poder de las montañas, la magia que desprende la espesura de sus bosques y el olor a pino fresco me encontraba, contemplando como éste paisaje poco a poco se mezcla con la figura abrumadora de enormes, modernas e “inteligentes” construcciones colmadas de una singular suntuosidad. 

Recorrí la plataforma con el característico paso apresurado que lleva implícito el sello del temor que marca las horas “pico” de ésta metrópoli, pensando que la ciudad no es más que un firme propósito de alejar al hombre de su naturaleza. Deseé detenerme, sacar mi teléfono celular y capturar la imagen de un hermoso árbol que apareció frente a mí. Pero, fue mucho mayor la desconfianza y la huella de las constantes noticias producto de la inseguridad social que caracteriza a esta urbe que ya por varios años me ha adoptado y que he aprendido en mínima medida a conocer. Así que, preferí grabarlo en mis recuerdos y no exponerme a perder mi ahora indispensable instrumento de comunicación. 

No había terminado de descender cuando hice un alto “mental” y mi pensamiento registró algunas de esas imágenes que dejé atrás y de las cuales no pude disfrutar por el afán de tomar un transporte para llegar a casa o el miedo que me produce el estar sola en medio de la calle al caer la noche. Al desplazarme en la buseta acompañada por miradas desconocidas, me pregunté ¿por qué la maldad ha ganado tanto terreno en la vida del hombre?, ya es común despertar y escuchar titulares cargados de decadencia, engaño, venganza o dolor y día tras día  un grupo cada vez mayor se vuelve indiferente frente a ello. 

Para algunos la cotidianidad transcurre sin mayores contratiempos en medio de la rutina que se desprende de un sitio de trabajo, las responsabilidades familiares y uno que otro evento de carácter social y  esto quizás ocurre porque hay realidades que no llaman a nuestra puerta. Otros, luchan tal como lo hace los arboles por sobrevivir junto al dominante emporio de la construcción frente al sin sabor que trae consigo la conducta humana despiadada, la mano que hiere a toda una familia, el sufrimiento que solo puede vivir una madre cuando le causan daño a su hijo, las vidas que las riñas sin sentido acaban, la mente que maquina destrucción y el padecimiento de todo un pueblo cuando lo que se siembra en él es quebranto.

 También hay quienes solo somos espectadores en este viaje de retorno a casa y  en el instante que  nos toca vivir  alguna  de esas situaciones  que hoy por hoy corroe a la sociedad es que  empieza a perder frialdad nuestro corazón  y reconocemos la imperiosa necesidad de dar lo mejor de nosotros aunque no todo vaya bien en la sociedad. 

viernes, 4 de enero de 2013

El Poder de la Gratitud


Hace unos días mientras hacía maletas para regresar a Bogotá  después de unas merecidas vacaciones en mi querida Barranquilla, encontré una caja de cartón decorativa que  había llevado con algunos objetos  para el viaje,  la cual me pareció muy linda y no quise tirar a la basura. Así que, llamé a una de mis sobrinas y se la entregué,  al tomarla en sus manos, la observó, luego me regaló uno de esos abrazos que expresan más que sus palabras y me dijo “Gracias Tía”. Su actitud de agradecimiento hacía mí y el aprecio  que le otorgó  al obsequio que  para otra persona podría ser de muy poca valía, me llevó a meditar en torno a esa palabra que pienso lleva inmersa en sí misma un poder especial y es “Gracias”.

Quienes se han dedicado a estudiar sobre la gratitud la llamaron  “La ley de la cosecha” y es que cuando somos verdaderamente agradecidos, es como si sembráramos una semilla que no sabemos cómo ni cuándo germinará. Al inventariar mi vida un día advertí  que  aquellas bendiciones por las que más agradezco nunca me han faltado y por el contrario cuando  me preocupo, afano, pido demasiado, quejo o dejo que la desesperanza se apoderé de mí por aquello que deseo y no tengo lo único que logro es atribularme.

Hace algunos años viví una experiencia que tiene mucho que ver con el agradecimiento y sus consecuencias. Fue una época muy difícil en su momento y aunque tenía mucho por lo que agradecerle a la vida, no lo hacía y centré mi pensamiento, esfuerzos y emociones en todo lo que no había llegado y quería. Pasé meses pensando en el futuro y mirándolo de la manera más trágica que alguien tan dramático como yo puede hacerlo. La consecuencia fue una enorme amargura interior, puedo decir que no disfrutaba de nada, ni de mi familia, trabajo, amigos o sencillamente de las bondades que cada día me regalaba. Una noche conversando con un amigo en la terraza de mi casa,  me dijo que en la universidad le habían pedido que leyera un libro llamado “El presente” yo lo desconocía, él me lo trajo y tardé muy poco en terminar de leerlo, pero  menos en reconocer que mi actitud me estaba haciendo daño. Así que establecí aspectos por mejorar y uno de ellos fue agradecer frecuentemente por detalles  pequeños y sencillos de los que podía disfrutar  como:  percibir la brisa al caminar por la calle, escuchar, llegar a casa y encontrar a mi familia, tener un lugar en el cual trabajar, ser el medio para enseñar a los niños, sentir el agua en mi cuerpo, disfrutar de los sabores, contar con alimento diario, tener la lluvia, los rayos del sol, la compañía de mis hermanas, un lugar para dormir, etc. Nada de esto se lo pedía a Dios y todos los días lo tenía, así que el agradecer por ello trajo consigo no sólo la paz si no la  confianza que necesitaba para asumir mi presente como un regalo y llenar mi vida de  esperanza en lugar de desesperación.

En esta tierra hay de todo y para todos, si nos detenemos a mirar todo alcanza, desde el cielo que nos cubre, los árboles que brindan sombra, las flores que crecen sin que se lo pidamos… en fin… “Hay de todo y para todos” cuando pensamos de esta manera dejamos de darle cabida al egoísmo y en su lugar la gratitud  florece al contemplarla en  todas las bendiciones con las que contamos  sean grandes o tan pequeñas  como una caja decorativa de cartón, porque de ellas nos  servimos diariamente.

 Que conservemos en el transcurso de éste nuevo año esos sentimientos que trae la navidad y que nos conducen a dar  de diferentes formas de acuerdo a nuestras creencias a los seres que nos rodean, que contemos con la actitud de recibir para ponernos en la frecuencia de nuestros deseos, porque todo lo que deseamos puede llegar, que regalemos desde nuestro pensamiento bendiciones a quienes nos rodean los conozcamos o no  y que sigamos tomando de la mano a la gratitud para que con su maravilloso poder siga manifestándose en nuestro camino .