miércoles, 23 de enero de 2013

El Docente Mediador en el Proceso de Lectura


La misión del maestro en cualquier nivel de educación,  es crear ambientes  significativos que lleven al estudiante a construir su conocimiento.  “El desarrollo es un proceso socialmente andamiado, mediado, asistido y guiado en el que, en consecuencia, el papel de la educación   y de los procesos educativos  es crucial” (Vygotski, 1978). El ser humano en su proceso de formación se desarrolla en cada una de sus etapas gracias a la ayuda que le brindan las personas que se encuentran a su alrededor, desde su nacimiento interactúa en un mundo que le proporciona las herramientas necesarias para su aprendizaje. Parafraseando a Vygotsky podría decirse que en el desarrollo cultural del niño toda función aparece dos veces inicialmente en forma social para luego dar paso al aprendizaje de tipo individual.

 El aprendizaje de la lectura  es uno de los alcances más significativos del ser humano. Es por ello que el contexto juega un papel determinante en la adquisición de las habilidades lectoras  determinando en cierta medida el tipo de acercamiento y experiencia que vivan los estudiantes en sus diferentes etapas de desarrollo con los textos. La literatura en esta medida pasa a ser el elemento a través del cual se propician este tipo de experiencias. 

Es claro que a todas las personas les gusta que les cuenten historias. Si observamos en forma detallada a los niños, nos damos cuenta que aún cuando no se han apropiado del código escrito y no han logrado decodificar los signos gráficos, expresan su necesidad por conocer qué dice el texto o qué historia se cuenta en él. En edades más avanzadas, en el momento en que el niño comienza a perder interés por la lectura, es cuando surge la necesidad de reflexionar en torno a la  importancia del docente como mediador, debido a que es él quien tiene la misión de enriquecer la historia lectora de cada uno de sus estudiantes y  de formarlos como lectores críticos.

En los últimos años el papel del docente mediador ha cobrado gran importancia en la formación de hábitos y habilidades lectoras. Con respecto a lo que es ser maestro mediador en procesos lectores retomaré a Pedro  Cerrillo, quien dedica gran parte de sus investigaciones a definir lo que implica ser mediador “El mediador es el puente o enlace entre los libros y esos primeros lectores que propicia y facilita el diálogo entre ambos” (Cerrillo, 2002).

Esta mediación es de gran importancia ya que son los adultos los encargados de acercar a los niños y jóvenes a la literatura y a “recurrir a su experiencia para interpretar los sucesos narrados, de modo que se fomenta la tendencia a imaginar historias y a buscar significados […] un niño tiene el doble de posibilidades de ser lector si ha vivido esa experiencia” (Colomer, 2002)

Frente a la figura del maestro como mediador  (Colomer, 2004) comprende la mediación como “la intervención” que realiza un adulto para acercar a los lectores a los textos con el propósito de conseguir una comunidad altamente alfabetizada. Este adulto ha de estar lo suficientemente preparado para que dicha intervención sea exitosa. Para esta autora, la misión del docente radica en acercar el texto al estudiante de una manera agradable, dejando de lado los formalismos de la lengua y propiciando momentos en los que la lectura sea un espacio de  disfrute para el estudiante y que posibilite encuentros en los que se pueda entablar una conversación formal en el aula de clases.


El Valor de la Poesía en el Aula



Por: Judith Castillo M.

La literatura lleva impresa en sí misma  un alto valor social,  ha sido así desde la etapa clásica y lo seguirá siendo a menos que la imaginación deje de existir y que el hombre inmerso en los afanes y en la nueva cosmovisión se deshaga de  ese medio que lo acerca a lo inimaginable y por el  que crea y habita nuevos mundos. A través de las vivencias, las letras se convierten en  “un testimonio irremplazable de la variedad de experiencias propias del ser humano” (Rodríguez, 2008).

Partiendo del contexto anterior, se puede decir que son múltiples las manifestaciones literarias y por lo tanto,  se han dedicado innumerables estudios con el objetivo de  clasificar las diferentes obras partiendo de sus características específicas con el fin de abordar en una forma amplia el aporte que realizan y las cualidades que las distinguen.

Es de esta manera, que surgen los géneros literarios[1], los cuales tienen sus inicios en la etapa clásica  cuando  Aristóteles retoma los aportes realizados por Platón y establece tres parámetros por medio de los cuales se pueden clasificar las obras literarias.  Los medios de imitación: ritmo (poesía), canto (drama) y verso (epopeya), los objetos que imitan: el hombre superior (tragedia y epopeya), el hombre inferior (parodia, ditirambo y comedia), los modos de imitación: narrativo (epopeya, parodia), dramático (tragedia, comedia) y lírico (poesía) (Aristóteles, 1946). Para el autor, los géneros se distinguen según el modo de imitación; que se deriva a su vez de quién es la persona que habla.

Hoy centraré mi atención  en uno de los géneros esbozados en la poética que hace uso de un lenguaje expresivo, caracterizado por su ritmo y musicalidad, un  escrito  que se usaba antiguamente para ser cantado y se distinguía de los otros géneros porque expresaba los  pensamientos más sublimes, los sentimientos y las emociones  escondidas de su creador. “La Poesía" En ella, la imitación se caracteriza por  la dicción y la armonía, es el canto que en la antigüedad se acompañaba con la flauta, la cítara o la lira y que aún en esta época  afina la sensibilidad. pensar en ella y en su valor, me lleva a reflexionar   en cuanto a la imperiosa necesidad de hacer uso del poema en las aulas de clases “como un medio para embellecer la realidad” (Aristóteles, 1946) que propiciaría el acercamiento  de los  estudiantes a la literatura desde el punto de vista estético, formando jóvenes “más sutiles, menos obvios, más profundos, más aptos para descubrir otros sabores y otros olores; otros mundos” (Rodríguez, 2008)

En la actualidad el uso de la poesía  se ve limitado  por las actividades expuestas en el texto del área de lengua castellana, el mensaje escrito en las tarjetas elaboradas para las celebraciones especiales como lo son: día de la madre,  maestro y de la mujer. También podemos encontrarlos en las recitaciones  memorizadas por los estudiantes para las izadas de bandera,  desvinculándose de manera directa con la lectura diaria, las producciones escritas significativas,  las acciones del plan lector o con el mero goce del deleite que se experimenta al leerlos debido al  valor del ritmo y  la musicalidad  de sus palabras.

Uno de los objetivos de  la educación es formar jóvenes integralmente procionándoles los estímulos necesarios con el fin de desarrollar sus habilidades  en cada una de las dimensiones del ser. La imaginación y la creatividad a su vez hacen parte activa de éste propósito y se articulan con la misión del maestro y de la escuela de propiciar ambientes donde los estudiantes experimenten, creen y se deleiten en el uso de la palabra “La mente es una. El uso libre de todas las posibilidades de la lengua no representa más que una de las direcciones en que puede expandirse” (Rodari, 2008).

La lectura y producción escrita de poesías como parte de la dinámica de la clase, más que la solitaria memorización, apuntará a alcanzar el  objetivo planteado anteriormente ya que  permite o posibilita en el estudiante figurar su pensamiento (Rodríguez, 2008), volviéndolo metafórico y  con matices que le permitirán  al infante observar todo aquello que antes  pasaba por desapercibido ante su visión y facilitándole la capacidad de establecer semejanzas y diferencias al hacer uso de las analogías como una forma de descubrimiento yy posibilitando en él  una  manera particular de mirar la realidad.

La poesía es una forma literaria que en los ambientes educativos del  país demanda ser valorada ya que  desde que nacen los infantes se encuentran en contacto con ella, escuchan poemas  y  canciones hechos por sus madres, memorizan rimas y  completan palabras teniendo de esta manera  sus primeros acercamientos a  este género tan exquisito. Dejarlo  en el olvido  es permitir que la sensibilidad de un paso atrás y se pierda  el sentido estético de la literatura en la infancia.

 Bibliografía
Aristóteles. (Agosto de 1946). De Poética Aristóteles. Londres: Clasical Texts.
Rodari, G. (2008). Gramática de la Fantasía: Introducción al Arte de Inventar Historias. Buenos Aires: Nuevos Caminos.
Rodríguez, F. V. (2008). Defensa de la Enseñanza de la Literatura. Didáctica de la Literatura (pág. 23). Barranquilla: Norma.
Valero, A. L. (1998). Hacia una Conformación Histórica de la Didáctica, la Lengua y la Literatura. Madrid: Colección Universidad Complutense.








[1]Aristóteles en su obra “La  Poética”,  los define como  las unidades poéticas de imitación que actúan como puentes entre la realidad y la ficción literaria.


viernes, 18 de enero de 2013

Punto de Vista

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Hoy me atrapó la realidad al cruzar un puente, si, mientras mis ojos contemplaban sobre la avenida séptima una de las mejores vistas de éste lugar. Entre el poder de las montañas, la magia que desprende la espesura de sus bosques y el olor a pino fresco me encontraba, contemplando como éste paisaje poco a poco se mezcla con la figura abrumadora de enormes, modernas e “inteligentes” construcciones colmadas de una singular suntuosidad. 

Recorrí la plataforma con el característico paso apresurado que lleva implícito el sello del temor que marca las horas “pico” de ésta metrópoli, pensando que la ciudad no es más que un firme propósito de alejar al hombre de su naturaleza. Deseé detenerme, sacar mi teléfono celular y capturar la imagen de un hermoso árbol que apareció frente a mí. Pero, fue mucho mayor la desconfianza y la huella de las constantes noticias producto de la inseguridad social que caracteriza a esta urbe que ya por varios años me ha adoptado y que he aprendido en mínima medida a conocer. Así que, preferí grabarlo en mis recuerdos y no exponerme a perder mi ahora indispensable instrumento de comunicación. 

No había terminado de descender cuando hice un alto “mental” y mi pensamiento registró algunas de esas imágenes que dejé atrás y de las cuales no pude disfrutar por el afán de tomar un transporte para llegar a casa o el miedo que me produce el estar sola en medio de la calle al caer la noche. Al desplazarme en la buseta acompañada por miradas desconocidas, me pregunté ¿por qué la maldad ha ganado tanto terreno en la vida del hombre?, ya es común despertar y escuchar titulares cargados de decadencia, engaño, venganza o dolor y día tras día  un grupo cada vez mayor se vuelve indiferente frente a ello. 

Para algunos la cotidianidad transcurre sin mayores contratiempos en medio de la rutina que se desprende de un sitio de trabajo, las responsabilidades familiares y uno que otro evento de carácter social y  esto quizás ocurre porque hay realidades que no llaman a nuestra puerta. Otros, luchan tal como lo hace los arboles por sobrevivir junto al dominante emporio de la construcción frente al sin sabor que trae consigo la conducta humana despiadada, la mano que hiere a toda una familia, el sufrimiento que solo puede vivir una madre cuando le causan daño a su hijo, las vidas que las riñas sin sentido acaban, la mente que maquina destrucción y el padecimiento de todo un pueblo cuando lo que se siembra en él es quebranto.

 También hay quienes solo somos espectadores en este viaje de retorno a casa y  en el instante que  nos toca vivir  alguna  de esas situaciones  que hoy por hoy corroe a la sociedad es que  empieza a perder frialdad nuestro corazón  y reconocemos la imperiosa necesidad de dar lo mejor de nosotros aunque no todo vaya bien en la sociedad. 

viernes, 4 de enero de 2013

El Poder de la Gratitud


Hace unos días mientras hacía maletas para regresar a Bogotá  después de unas merecidas vacaciones en mi querida Barranquilla, encontré una caja de cartón decorativa que  había llevado con algunos objetos  para el viaje,  la cual me pareció muy linda y no quise tirar a la basura. Así que, llamé a una de mis sobrinas y se la entregué,  al tomarla en sus manos, la observó, luego me regaló uno de esos abrazos que expresan más que sus palabras y me dijo “Gracias Tía”. Su actitud de agradecimiento hacía mí y el aprecio  que le otorgó  al obsequio que  para otra persona podría ser de muy poca valía, me llevó a meditar en torno a esa palabra que pienso lleva inmersa en sí misma un poder especial y es “Gracias”.

Quienes se han dedicado a estudiar sobre la gratitud la llamaron  “La ley de la cosecha” y es que cuando somos verdaderamente agradecidos, es como si sembráramos una semilla que no sabemos cómo ni cuándo germinará. Al inventariar mi vida un día advertí  que  aquellas bendiciones por las que más agradezco nunca me han faltado y por el contrario cuando  me preocupo, afano, pido demasiado, quejo o dejo que la desesperanza se apoderé de mí por aquello que deseo y no tengo lo único que logro es atribularme.

Hace algunos años viví una experiencia que tiene mucho que ver con el agradecimiento y sus consecuencias. Fue una época muy difícil en su momento y aunque tenía mucho por lo que agradecerle a la vida, no lo hacía y centré mi pensamiento, esfuerzos y emociones en todo lo que no había llegado y quería. Pasé meses pensando en el futuro y mirándolo de la manera más trágica que alguien tan dramático como yo puede hacerlo. La consecuencia fue una enorme amargura interior, puedo decir que no disfrutaba de nada, ni de mi familia, trabajo, amigos o sencillamente de las bondades que cada día me regalaba. Una noche conversando con un amigo en la terraza de mi casa,  me dijo que en la universidad le habían pedido que leyera un libro llamado “El presente” yo lo desconocía, él me lo trajo y tardé muy poco en terminar de leerlo, pero  menos en reconocer que mi actitud me estaba haciendo daño. Así que establecí aspectos por mejorar y uno de ellos fue agradecer frecuentemente por detalles  pequeños y sencillos de los que podía disfrutar  como:  percibir la brisa al caminar por la calle, escuchar, llegar a casa y encontrar a mi familia, tener un lugar en el cual trabajar, ser el medio para enseñar a los niños, sentir el agua en mi cuerpo, disfrutar de los sabores, contar con alimento diario, tener la lluvia, los rayos del sol, la compañía de mis hermanas, un lugar para dormir, etc. Nada de esto se lo pedía a Dios y todos los días lo tenía, así que el agradecer por ello trajo consigo no sólo la paz si no la  confianza que necesitaba para asumir mi presente como un regalo y llenar mi vida de  esperanza en lugar de desesperación.

En esta tierra hay de todo y para todos, si nos detenemos a mirar todo alcanza, desde el cielo que nos cubre, los árboles que brindan sombra, las flores que crecen sin que se lo pidamos… en fin… “Hay de todo y para todos” cuando pensamos de esta manera dejamos de darle cabida al egoísmo y en su lugar la gratitud  florece al contemplarla en  todas las bendiciones con las que contamos  sean grandes o tan pequeñas  como una caja decorativa de cartón, porque de ellas nos  servimos diariamente.

 Que conservemos en el transcurso de éste nuevo año esos sentimientos que trae la navidad y que nos conducen a dar  de diferentes formas de acuerdo a nuestras creencias a los seres que nos rodean, que contemos con la actitud de recibir para ponernos en la frecuencia de nuestros deseos, porque todo lo que deseamos puede llegar, que regalemos desde nuestro pensamiento bendiciones a quienes nos rodean los conozcamos o no  y que sigamos tomando de la mano a la gratitud para que con su maravilloso poder siga manifestándose en nuestro camino .