Ella, se
convirtió a través de expresiones
sencillas en una gran amiga y
aunque escribo menos de lo que pienso, cuando lo hago mi mente se libera
de la agonía que produce el paso de las horas, y disfruto al recoger mi cabello, despojarme de
los aretes y sentarme frente al ordenador a conversar con esa voz que habita en mi interior y que cuando la escucho se materializa en signos que
al unirse cobran vida.
Hay
instantes en los que escribo para mí y es maravilloso abrir el cofre de los recuerdos, darle
prioridad al placer de sentir,
caer presa en la profundidad del silencio, en todo aquello que sólo se
puede percibir, en las huellas que la existencia misma me ha dejado y en la
sublime forma de las palabras que poco a poco se entretejen para formar un
hermoso tapiz. En ocasiones, la escritura surge como la posibilidad de hacer un
alto en la monotonía de los días y me dedico a observar el exterior,
para guardar en mi pensamiento imágenes
que se combinan con esas palabras que reposan en algún lugar y ese sutil descubrimiento,
me permite capturar los momentos cotidianos y enmarcar con palabras cualquier suceso que se presenta frente a mí. También, escribo para preservar en líneas
algunas de las experiencias que vivo en ese mundo que inventé y en el que viajo
inmersa en las emociones, y, me refiero a esa otra pasión “Mi vocación”. Cualquiera que sea
el motivo por el que escriba, cuando lo hago, logro recrearme, perderme en otro universo y
hallarme en el dulce sabor de escribir.
La
escritura es para mí, un devenir de sensaciones. Me gusta tener encuentros con
ella cuando la soledad me cobija, la
felicidad me envuelve o la nostalgia y la melancolía me embargan. Podría decir que, la uso como
medio catártico para deshacerme de ideas que circundan mi cabeza o como la
forma perfecta para levantar mi voz y hacer un llamado frente a esos asuntos
que hacen parte de nuestra realidad social.
Aunque, una de las formas en las que más logra cautivarme es cuando se
me viste de pedagogía y logra
capturarme en torno a esos temas de la
educación que tanto me interesan y que tienen que ver con la manera cómo
concibo la sagrada responsabilidad que tengo de ser maestra.
Ser amiga
de las letras y llevarme bien con la escritura me da la posibilidad de organizar
esas ideas vagas que asaltan mi mente, de afinar mis sentidos, eliminar
distancias, centrar la atención en aquellos detalles que bajo otro
prisma podrían tener la connotación de secundarios y que dejan de ser volátiles
cuando me doy a la tarea de apresarlos. Le agradezco a la escritura el hecho de
ser uno de los medios para conservar mi capacidad de asombro y por ello, gran
parte de los textos que escribo dejan entre ver esa devoción que siento hacia la familia, los amigos, la naturaleza y el amor.
Quienes
me han leído, dicen que fácilmente podría dedicarme al periodismo y que es muy
cómodo para mí emplear la crónica como
medio de expresión. Yo, sólo puedo decir
ante eso, que me deleito al relatar en
forma cronológica un suceso y que no me es para nada difícil
organizarlo de tal manera que pueda conducir a otra persona de la mano mientras
se lo presento en forma escrita. Creo de manera ferviente, que la escritura no puede existir sin la
lectura, porque cuando escribo textos de tipo académico y la utilizo como
experiencia previa tengo la capacidad de
argumentar con mayor fluidez. De igual manera, considero que en mi deseo
de producir literatura, una de mis limitantes ha sido el poder salirme
de mí. Lo cual, puede obedecer a un problema de escucha, de conexión con esa otra
voz que tiene consigo el autor, y que le da la oportunidad de dar un soplo de
vida a los personajes que habitan en él.
Me gusta
leerme en voz alta, una y otra vez. Puesto que, es así como bajo mi criterio, el
ejercicio de la re-escritura alcanza un mayor valor y el producto final su
esplendor. De la misma forma, me llena de alegría compartir lo que escribo y
ver que los textos invitan a sus lectores (los miembros de mis redes sociales)
a reaccionar frente a su lectura. Deseo
que ésta pasión, se consolide en mí como un gran talento. Para conseguirlo, sé
que debo mostrarle lealtad y continuar otorgándole un lugar privilegiado en mi vida, porque, junto a ella me conozco, imagino, sueño y
encuentro.
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