Por: Judith
Castillo M.
La literatura lleva impresa en sí
misma un alto valor social, ha sido así desde la etapa clásica y lo
seguirá siendo a menos que la imaginación deje de existir y que el hombre
inmerso en los afanes y en la nueva cosmovisión se deshaga de ese medio que lo acerca a lo inimaginable y
por el que crea y habita nuevos mundos.
A través de las vivencias, las letras se convierten en “un testimonio irremplazable de la variedad
de experiencias propias del ser humano” (Rodríguez, 2008).
Partiendo del contexto
anterior, se puede decir que son múltiples las manifestaciones literarias y por
lo tanto, se han dedicado innumerables
estudios con el objetivo de clasificar las
diferentes obras partiendo de sus características específicas con el fin de
abordar en una forma amplia el aporte que realizan y las cualidades que las
distinguen.
Es de esta manera, que surgen los
géneros literarios[1], los
cuales tienen sus inicios en la etapa clásica cuando Aristóteles
retoma los aportes realizados por Platón y establece tres parámetros por medio
de los cuales se pueden clasificar las obras literarias. Los medios de imitación: ritmo (poesía),
canto (drama) y verso (epopeya), los objetos que imitan: el hombre superior
(tragedia y epopeya), el hombre inferior (parodia, ditirambo y comedia), los
modos de imitación: narrativo (epopeya, parodia), dramático (tragedia, comedia)
y lírico (poesía) (Aristóteles, 1946). Para el autor, los géneros
se distinguen según el modo de imitación; que se deriva a su vez de quién es la
persona que habla.
Hoy centraré mi atención en uno de los géneros esbozados en la poética que hace uso de un lenguaje
expresivo, caracterizado por su ritmo y musicalidad, un escrito que se usaba antiguamente para ser cantado y
se distinguía de los otros géneros porque expresaba los pensamientos más sublimes, los sentimientos y las
emociones escondidas de su creador. “La
Poesía" En ella, la imitación se caracteriza por la dicción y la armonía, es el canto que en la
antigüedad se acompañaba con la flauta, la cítara o la lira y que aún en esta época
afina la sensibilidad. pensar en ella y en su valor, me lleva a reflexionar en cuanto a la imperiosa necesidad de hacer uso del poema en las aulas de clases “como un medio para embellecer la realidad”
(Aristóteles, 1946) que
propiciaría el acercamiento de los estudiantes a la literatura desde el punto de
vista estético, formando jóvenes “más sutiles, menos obvios, más profundos, más
aptos para descubrir otros sabores y otros olores; otros mundos”
(Rodríguez, 2008)
En la actualidad el uso de la poesía se ve limitado por las actividades expuestas en el texto del
área de lengua castellana, el mensaje escrito en las tarjetas elaboradas para las celebraciones especiales como lo son: día de la madre, maestro y de la mujer. También podemos encontrarlos en las recitaciones memorizadas por los
estudiantes para las izadas de bandera, desvinculándose de manera directa con la lectura
diaria, las producciones escritas significativas, las acciones del plan lector o con el mero
goce del deleite que se experimenta al leerlos debido al valor del ritmo y la musicalidad de sus palabras.
Uno de
los objetivos de la educación es formar jóvenes integralmente procionándoles los estímulos necesarios con el fin de
desarrollar sus habilidades en cada una
de las dimensiones del ser. La imaginación y la creatividad a su vez hacen parte activa
de éste propósito y se articulan con la misión del maestro y de la escuela de
propiciar ambientes donde los estudiantes experimenten, creen y se deleiten en
el uso de la palabra “La mente es una. El uso libre de todas las posibilidades
de la lengua no representa más que una de las direcciones en que puede
expandirse” (Rodari, 2008).
La poesía
es una forma literaria que en los ambientes educativos del país demanda ser valorada ya que desde que nacen los infantes se encuentran en
contacto con ella, escuchan poemas y canciones hechos por sus madres, memorizan
rimas y completan palabras teniendo de
esta manera sus primeros acercamientos
a este género tan exquisito. Dejarlo en el olvido es
permitir que la sensibilidad de un paso atrás y se pierda el sentido estético de la literatura en la
infancia.
Bibliografía
Aristóteles. (Agosto de 1946). De Poética Aristóteles.
Londres: Clasical Texts.
Rodari, G. (2008). Gramática de la Fantasía: Introducción
al Arte de Inventar Historias. Buenos Aires: Nuevos Caminos.
Rodríguez, F. V. (2008). Defensa de la Enseñanza de la
Literatura. Didáctica de la Literatura (pág. 23). Barranquilla: Norma.
Valero, A. L. (1998). Hacia una Conformación Histórica de
la Didáctica, la Lengua y la Literatura. Madrid: Colección Universidad
Complutense.
[1]Aristóteles en su obra “La
Poética”, los define como las unidades poéticas de imitación que actúan
como puentes entre la realidad y la ficción literaria.
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