domingo, 10 de abril de 2011

PEDAGOGÍA HOMOGENEA PARA NIÑOS SINGULARES

Cierto día dediqué parte de mí ejercicio “pedagógico”, a “contemplar” a mis estudiantes y concluí que la esencia por la que están conformados es la misma, son creyentes naturales, amorosos por excelencia, hábiles al perdonar, ávidos de conocimiento, hipotéticos, reflexivos, grandes exploradores, inquietos e investigadores, los mejores lectores y con una “singularidad” innata que los identifica y define.


De todas las características que visualicé llamó particularmente mi atención la “singularidad”. Sí, esa esencia que los hace ser “únicos” y puedo decirles que los percibí así, uno a uno, únicos y diferentes. Al mismo tiempo, vi como esa cualidad se perdía en medio de otra que hábilmente trata de quitarles su valor, su distinción y me refiero a la temible “homogeneidad”.

Y es allí donde entra en juego un arte que para mí, es parte de mi razón de existir “La educación”, la concibo como un “arte” porque me permite expresar ideas, sentimientos, emociones y sensaciones. Porque soy lo que hago y amo lo que soy, hoy expreso mi sentir en torno a esa “educación”, que se pierde en medio del academicismo abrumador, en la difusa concepción de pedagogía que más que una respuesta y una forma de conducir a otro (niño) al conocimiento, se transforma en la lucha de lo que “es” con lo que debe “ser”.








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